lunes



Ya llega, ya está aquí. Esa sensación entre alegría y tristeza mezclada con alguna que otra taza de chocolate, que todos los años me recorre a finales de Noviembre. Dime qué te gusta de la Navidad y quizás te diga lo que me gusta a mí. Quizás te diga que me gusta la sensación de frío en mi nariz y el ambiente en las calles. La iluminación, aunque tan criticada por ser un derroche, sigue haciendome soñar cada año y la cara de los niños al ver a esos tres personajes con trajes de época no tiene precio. Puede que te diga que hace tiempo que desde el día diecinueve hasta el día nueve tengo un nudo permanente en el pecho recordando a aquellos que hacían cada navidad inolvidable, pero que hace tiempo que ya no están. Que me encanta decorar la casa pero odio quitar los adornos tras las fiestas. Quizás, y sólo si te portas bien, te diré que cada fin de año me propongo doce propósitos de los cuales solamente cumplo el de recordármelos todos los días y que cada año, con cada pérdida, estas fiestas se vuelven un poco menos infantiles para volverse algo más melancólicas. Sí, la Navidad es algo que me gusta, no por los regalos ni las compras, sino por ese espíritu que posee a las personas y que cada año nos hace un poquito mejores. Algunos me dirán que debería durar los trescientos sesenta y cinco días, a lo que yo contestaré, tienes razón pero, ya que no es así, una vez al año no está mal.

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