viernes


Se me entumecen las manos esperando un cambio. Miro hacia arriba, creo que va a llover...Qué irónico, el cielo tiene la tonalidad de mis pensamientos pintados de azul oscuro. Si por lo menos brillara el sol las cosas serían diferentes, con sol todo parece mejor. Oteo el horizonte buscando un taxi, nunca tuve tantas ganas de ver algo negro y amarillo, y pienso. Pienso en todas las cosas de las que me arrepiento. En las personas que me han hecho daño y cómo cambia la perspectiva cuando estás en el otro lado. Cuando eres tú quien haces daño a otras personas. A todos nos han herido, todos hemos sufrido y nos hemos compadecido de nuestra suerte, pero también hemos hecho daño. Queriendo y sin  quererlo, consciente e inconscientemente.
Vuelvo a la realidad y un taxista me observa con curiosidad, me subo, indico la dirección y, tras una buena dosis de charla circunstancial acerca de lo oscuro del tiempo, vuelvo a adentrarme en un lugar aún más oscuro, mis pensamientos. Recuerdo cada punto y cada remiendo de mi corazón y repaso cada vez que me he equivocado, qué hay detrás de cada equivocación. Mis lugares más secretos se revuelven ante tal intromisión, a fin de cuentas el cartel que puse de "No pasar" está ahí por algo, pienso. Y me doy cuenta de que todos cambiado a mi alrededor. Donde antes había sombras ahora hay luz, me fascino a mi misma, todo lo que siempre he temido poco a poco se ha ido transformando, sin que me haya dado cuenta. Mis miedos se han convertido en sueños, y los sueños en futuros inmediatos. Pero algo llama mi atención, hay huecos oscuros. Huecos que me hablan de todas las formas de las que podría fallar, de cómo no voy a conseguir nada, de cómo nunca seré suficiente para nadie. Y me doy cuenta de que mis problemas actuales derivan de escucharlos. Veneno en mis oídos que se filtra como emociones poco contenidas que me hacen aferrarme a clavos ardiendo. Y no quiero escucharlos más. No quiero ser esa persona nunca más.
He llegado a mi destino, tanto en esos asientos de cuero en los que me encuentro como en mis pensamientos. Mientras espero el cambio, contra todo pronóstico, el cielo se ilumina. Miro hacia arriba esperando oír el retumbar de un trueno y se me dilatan las pupilas de asombro al ver el sol. Tímido y poco a poco, pero el sol al fin. "Vaya, esto sí que es irónico de verdad, es como si el tiempo leyera mis pensamientos". Mientras camino solo me quedan dos pensamientos y una certeza. Pienso en cómo deseo que no sea demasiado tarde para remendar errores y pedir perdón a todas las personas que he fallado en algún momento, pienso en todas las cosas que quiero hacer, en cómo puedo conseguirlo. Y tengo la certeza de haber aprendido de mis errores, certeza de que, cada vez más cerca, veo a esa persona  que quiero y voy a ser.



Gracias, por darme los empujones que necesitaba, espero que algún día estés tan orgullosa de mí como yo lo estoy de ti.