domingo

Y el frío no llega. No se donde se quedó, pero en algún lugar tiene que estar. Puede que entre tus pies o enredado entre tu pelo. O quizás, y solo quizás, entre tus silencios y mis manías de alejarme. Puede que se quedara entre tus idas y venidas o entre mis cambios de humor tan predecibles como la lluvia en agosto. No es justo, que entre arrasando con todo, derribando barreras y haciéndose indispensable para luego simplemente desaparecer. No es justo que cada noche tenga que buscarlo entre mis palmas porque ya no se donde puede estar. No es justo que se haya ido sin si quiera decir adiós, sin un motivo aparente, sin una razón. Vaya, quizá lo mejor sea desaparecer un rato, a ver si así encuentro el momento en el que dejé de hablar del frío y empecé a hablar de ti.

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