viernes

Las palabras se me escapan como agua entre los límites de mi imprudencia y tu consciencia. Dime como quieres que sea y te diré por qué es una buena idea dejarse llevar por la corriente, aunque las rocas sigan igual de afiladas que siempre. Te encuentro en cada canción y te pierdo en cada recuerdo de esos que me atenazan el corazón. Sonrío, mientras recuerdo tus intentos fallidos de introducirme en un mundo que nunca fue para mi y en las ilusiones que se consumieron con la rapidez de mis dudas recubiertas de queroseno. Pero no duele, ya no. He aprendido que los sueños, por mucho que nos empeñemos en lo contrario, no son vinculantes con la realidad y que la Luna no está hecha de queso. Claro que tu eso ya lo sabías.

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